La llegada del otoño


 

«El otoño es una segunda primavera, donde cada hoja es una flor» (Albert Camus)

Exceptuando las molestas alergias con las que la primavera “regala” a algunas personas, tal vez pocas estaciones del año sean tan controvertidas como el otoño. Considerada la equivalente a la época de declive de las personas, el paso de la madurez a la vejez, su llegada significa el final del periodo estival, de las vacaciones, de los días plenos de luz solar. La naturaleza comienza a entrar en un letargo que la prepara para la hibernación. El frío asoma las orejas. El día se hace más corto… y para acabarlo de redondear, el 1 de noviembre se celebra el día de Todos los Santos, también conocido como Día de los Muertos.

A algunos cuerpos, el otoño les pasa factura en modo de decaimiento, tristeza, caída del cabello,… síntomas temporales que están destinados a que nos vayamos acostumbrando a un nuevo estado de cosas climatológico. A todo ello se suma el polémico cambio de hora.

Sin embargo, no todo son tristezas desde el 22 de septiembre al 21 de diciembre. El otoño es también un momento de reequilibrio de fuerzas, de vendimiar tanto agrícola como personalmente, de recogimiento y también de magia. Las castañas y los boniatos calientes, la uva en sazón a punto para convertirse en vino. No olvidemos que la palabra otoño se deriva dos vocablos del latín:  aumentar (auctus) y año (annus), aumentar el año es pues sinónimo de plenitud o totalidad.

Os propongo, pues, que tomemos medidas ante la astenia otoñal. Podemos cuidar la dieta disfrutando de las frutas y verduras propias de la estación, estimularnos con nuevos proyectos, aprovechar las horas de sol con largas caminatas. El color del otoño acabará por dorar nuestra mirada y nuestros pensamientos, probémoslo.