La risa


Aseguraba el escritor Mark Twain que «La raza humana tiene un arma verdaderamente eficaz: la risa«. No podemos quitarle ni un gramo de razón. Aunque los animales e incluso las plantas tienen su modo de mostrar agrado o alegría, solo el ser humano es capaz de sonreír y de reír abiertamente. Y aunque el genial William Shakespeare nos advirtiera de que «Puede uno sonreír y ser un canalla”, años más tarde, el no menos genial Oscar Wilde le daría una respuesta célebre: «La risa no es un mal comienzo para la amistad. Y está lejos de ser un mal final».

La risa tiene la virtud de ser muy contagiosa y nos une sin darnos cuenta, nos invita a compartir los buenos momentos. Claro que existe también la risa cruel, la que busca humillar o ridiculizar al otro. Pero esa no es una risa auténtica porque los malos propósitos la prefabrican y la usan para un mal fin. La risa verdadera nunca combinará bien con los malos sentimientos.

En Close sentimos admiración por las personas que tienen facilidad para provocar la risa, las personas graciosas, ocurrentes, que incluso pueden hacer de esa virtud una profesión como comediantes o humoristas. Sobre todo envidiamos sanamente a los mimos, los payasos, los clowns: ellos saben que la risa es el lenguaje más universal que existe y tienen el secreto infalible de poder provocarla en los demás. Pero la risa no necesita condiciones especiales, ni aprendizaje de ninguna clase, surge espontánea y naturalmente. Aprovechemos cualquier oportunidad de poner nuestra risa en práctica porque reír es muy saludable como bien saben los que imparten sesiones de risoterapia. En resumen y para terminar con las sabias palabras de un proverbio japonés: «El tiempo que pasa uno riendo es tiempo que pasa con los dioses».