La escalera abierta, el gato negro, la sal derramada, el número 13… escenas o símbolos que, no sabemos muy bien cómo ni porqué, nos parecen la viva imagen de la mala suerte.
El origen de muchas de estas creencias se pierde en la noche de los tiempos, unas son causa de preceptos religiosos y otras de prejuicios sociales, leyendas o tradiciones. Todas pasan de generación en generación sin necesidad de que nadie ser encargue de ello. Algunos se confiesan abiertamente supersticiosos, otros se mofan de cualquier superchería alegando que son cuentos de viejas (aunque íntimamente tengan un cierto temor a que todo esto sea cierto). No todos los países tienen el mismo top ten de malos augurios: en los países latinoamericanos y en España, por ejemplo, es sabido que “13 y martes, ni te cases ni te embarques” mientras que en los anglosajones el día maldito es el viernes 13, sí, como la peli de terror. Los italianos van por libre y prefieren el 17 viernes para evitar salir de casa o emprender algún asunto. Si nos aventuramos en las historias de supersticiones de África o de Asia podemos acabar de leer este post con el cabello blanco o de punta.
Pero nada más lejos para este último texto del año que llamar a la mala suerte. De hecho, en Close estamos mucho más a favor de los guiños de suerte y buenos presagios que pueden aparecer por todas partes en cuanto nos lo propongamos. Porque la mala o buena ventura a veces no es más que una actitud negativa o positiva ante la vida. Tampoco estamos asegurando que las cosas serán bonitas solo porque lo deseemos; sin embargo, la predisposición ayuda mucho al resultado de cualquier propósito.
Mucho más potentes que las supersticiones nos parecen las intuiciones. El sexto sentido que al conocer a una persona nos avisa de que vamos a quererla o que no va a haber manera de entenderse, de que una casa va a ser nuestro hogar para siempre, un libro nos va a gustar o ese trabajo no nos llega en buen momento. La sabiduría popular puede ser una gran consejera en algunos aspectos, en otros puede llegar a amargarnos la vida sin razón, a potenciar miedos absurdos que de nada nos van a servir. Ahora que comienza un nuevo año, ni se os ocurra pensar que no va a ser bueno si al sonar la última campanada no os habéis tragado la última uva. Pero no olvidéis comprar muérdago que es muy bonito con o sin beso, Y para acabar con plantas preciosas: pensemos que un trébol de cuatro hojas puede ser o no ser mágico, simplemente es una contradicción maravillosa y con eso nos quedamos. Feliz 2023!