A flor de piel es la manera más emocionante de tener las emociones. La piel, el
órgano más grande de nuestro cuerpo, y las emociones tienen una relación tan
directa que nos permite comunicarnos de forma no verbal. A veces, incluso en
contra de nuestra propia voluntad. Emociones intensas como el miedo o la
vergüenza pueden hacer que nuestra piel se enrojezca o se irrite. Además, el
estado emocional puede afectar nuestra piel de diferentes maneras. El estrés y
la ansiedad pueden desencadenar múltiples problemas en la dermis como la
psoriasis o el eczema. Sensible a las temperaturas, actúa como una capa
protectora y también envía señales como cuando la piel se nos eriza por el frío,
el miedo o el deseo intensos. Otros ejemplos de warning corporal son la
palidez, la sudoración, el aspecto arrugado o azulado. Un auténtico sensor de
precisión.
Nuestro órgano dermatológico nos permite recibir y percibir estímulos
sensoriales. El contacto físico y el roce brindan sensaciones placenteras y
reconfortantes, lo cual puede fortalecer los lazos emocionales y generar
sentimientos de bienestar (o todo lo contario, claro). A través del tacto,
podemos transmitir diferentes mensajes… un abrazo, un apretón de manos o
una caricia son mensajes de calidez, afecto y conexión emocional. Cualquier
toque suave puede expresar cariño, ternura o coqueteo, dependiendo del
contexto y la intención. La caricia y el masaje de la piel puede ser también
sanador como bien saben muchas disciplinas terapéuticas, en especial
orientales.
En lo más íntimo, el cuidado de la piel puede influir en nuestras relaciones. Una
piel saludable puede transmitir una imagen de higiene y autoestima, generando
una mayor confianza en las interacciones personales.
El color de la piel, por desgracia, ha sido históricamente un código de
discriminación positiva o negativa en las relaciones humanas. En este sentido,
importa tener en cuenta que todas las «expresiones» concernientes a la piel
pueden variar según la cultura y el contexto. Las sociedades pueden tener
normas diferentes en cuanto al contacto físico y la expresión emocional a
través de la piel. Es necesario respetar y entender estas diferencias culturales
al comunicarnos en entornos diferentes a los propios. Respeto, ese concepto
que lamentablemente forma parte de la amnesia de demasiadas personas en el
contexto en el que vivimos ahora.
Realmente, es asombroso comprobar qué crucial es el rol de la piel en la
comunicación, permitiéndonos transmitir sin palabras emociones, afecto y
conexión física con los demás. En close, se nos pone «la piel de gallina» de la
emoción solo con pensar en las inmensas posibilidades del ahondar en este
tema. Tanto que vamos a preparar una segunda parte y esperamos que estéis
aquí para compartirla. Saludos y hasta el próximo post.