Por fin, parecía que no iba a llegar nunca, ya estamos en 2021. Las fiestas navideñas y la noche de las campanadas, fechas que debido a la pandemia mundial se han celebrado a medio gas, ya son historia. Las primeras páginas del calendario las hemos arrancado más enérgicamente de lo normal como si tuviésemos prisa y deseáramos poder llegar cuanto antes a unos anhelados tiempos mejores.
Pero dejando aparte la excepcionalidad de los momentos que nos ha tocado vivir, aquí está como siempre el ritual del cambio de año con sus buenos deseos y, sobre todo, con sus buenos propósitos. La consabida lista de proyectos que, ahora sí o sí, vamos a iniciar coincidiendo con el estreno de año.
Psicólogos y coaches coinciden en que la finalización de un año ha de enfocarse no como el cierre de un capítulo vital sino como la oportunidad para dar comienzo a otro, incluso al cambio de «novela». Los inicios siempre son atractivos porque son prometedores, nos invitan a hacer borrón y cuenta nueva, tabula rasa. Como si fuera posible anular los errores y comenzar desde cero. Sin duda es una actitud positiva encomiable, pero seamos cautos. Sería una lástima caer en el autoengaño de que un simple cambio de número en el calendario conseguirá revertir nuestras vidas o inaugurar etapas mejores. Lo cierto es que cualquier cambio habrá de acompañarse de buenas dosis de fuerza de voluntad y cierta determinación y, por encima de todo, deberíamos hacerlo con la autenticidad del propósito, es decir, con la convicción de que queremos ese cambio, que conecta con nuestras necesidades más íntimas. Bajar de peso, aprender un idioma, leer más, estar más cerca de los que queremos (aunque sea -todavía- telemáticamente), escuchar más… en definitiva, cuidarnos por fuera y por dentro; si no lo deseamos de verdad es más que posible que tan excelentes intenciones no lleguen ni al mes de febrero.
Como siempre, se hace indispensable conectar con nuestro interior, con nuestra verdad y a partir de ese punto de autoreconocimiento o autoexploración, no imponerse metas inalcanzables sino realistas. Sin embargo, todo lo dicho no significa que no podamos aspirar a lo máximo, a lo excelente, a superarnos. Como bien dijo George Elliot: «Nunca es demasiado tarde para convertirte en lo que podrías haber sido». Y, sobre todo, no lo juguemos todo a la carta del «año nuevo, vida nueva», cualquier día es ideal para poner en juego nuestra mejor versión de nosotros mismos. Cualquier día podemos dar el primer paso hacia ese nuevo yo
Close os desea un espléndido Año Nuevo 2021 y espera veros muy pronto en esta misma pantalla. ¡Por los nuevos comienzos!