Sea cual sea nuestra actividad laboral, siempre hay unas coordenadas espacio temporales que la delimitan: en solitario o en equipo, en espacios cerrados o abiertos, con horarios fijos o flexibles… sea como sea lo importante es trabajar en las condiciones idóneas y, sobre todo, lo más saludables posible.
Tener un horario razonable, cumplir con las normativas de seguridad e higiene y un ambiente cordial, ¿puede ser suficiente? Sí, pero no. La clave, como casi siempre, radica en los detalles, en aquellas pequeñas cosas que una vez analizadas resultan ser muy, muy grandes. Por ejemplo, la gestión del tiempo: poder conjugar la vida profesional con la vida familiar (tanto para mujeres como para hombres). La famosa conciliación familiar.
Pero, aparte del cuidado de los hijos y/o otras personas a nuestro cargo que requieren nuestro tiempo (personas mayores, enfermas o discapacitadas), también necesitamos tiempo para acudir a nuestras citas médicas, organizar mudanzas o reparaciones en el hogar, poder ocuparnos de nuestras mascotas, disponer de horas para continuar nuestra formación como profesionales y como personas. Y no todo se soluciona con los famosos días de libre disposición. Ser autónomos tampoco es la panacea si no somos capaces de organizarnos o de reservar ese tiempo propio. El tiempo es un tesoro que nuestro trabajo, por apasionante que sea, no puede robarnos sin que nos demos cuenta. Debe estar en nuestra mano gestionarlo.