El hábito no hace al monje. Aunque la mona se vista de seda… dos ejemplos del refranero que hablan de las vestimentas. Desde siempre, o al menos desde que decidimos cubrir el “pecado original” de la desnudez, han sido complementos indispensables en nuestras vidas. En sociedades antiguas, el atuendo marcaba de forma determinante la pertenencia a una clase social. Con el tiempo y la producción en serie, y aunque las marcas siguen marcando (valga la redundancia) el nivel adquisitivo de quien las luce, la moda ha conseguido difuminar fronteras entre individuos. Actualmente, podemos ver a mujeres poderosas y pudientes con un modelo de Mango o Zara o a la vecina del quinto luciendo un bolso de Chanel, para el que ha ahorrado intensamente (o, en su defecto, una imitación).
Hablar de moda llenaría páginas y webs enteras con múltiples los aspectos antropológicos, económicos, sociales, históricos. No obstante, nos centraremos aquí en la relación moda / arte con tres ejemplos que dan una idea precisa de hasta qué punto la moda ha calado en la sociedad actual entrando por la puerta grande en una de las más prestigiosas instituciones: los museos.
Las modelos y los artífices que las visten para desfilar ante el mundo, los diseñadores, han alcanzado, desde hace unos años, estatus de personaje público relevante. Quién no ha oído hablar de Yves Saint Laurent, Dior o Jean Paul Gautier o de Claudia Schiffler, Linda Evangelista o Kate Moss.
Hace muchos años, cuando este fenómeno de visibilidad pública no había hecho más que comenzar, me sorprendió en París una exposición sobre la diseñadora Elsa Schiaparelli en el Museo de la Moda. ¡Aprendí tanto con solo una visita a aquella exposición, viendo en vivo y en directo el trabajo de Schiaparelli! Fue una mujer creativa y pionera que, junto a su amigo Salvador Dalí, prendió fuego al tout París conjugando moda y arte de una manera irreverente y provocativa. La moda coqueteando con el surrealismo: ya nadie lo podía parar.
Y nunca olvidaré la exposición itinerante dedicada al músico David Bowie, que comenzó en Londres y que pudimos ver en Barcelona el pasado 2018. Bowie ha sido el ejemplo máximo de la conjunción entre música y cultura. El Duque Blanco fascinó, dentro y fuera de los escenarios, con su look andrógino y su elegancia extrema. Siendo joven, fue alumno del actor, mimo y coreógrafo Lindsay Kemp. David Robert Jones fue uno de los artistas más polifacéticos del siglo XX y XXI y en la exposición quedaba sobradamente demostrado por qué llegó a ser un icono de la moda. A través de su ecléctica visión de las artes, marcó un estilo inconfundible imitado por muchos, pero jamás eclipsado. Para acabar de construir el mito, David pasó tuvo como pareja de la última etapa de su vida a la mítica supermodelo Imán. Su muerte en 2016 no ha hecho más que engrandecer su leyenda. El mundo de la moda le sigue rindiendo homenaje continuamente.
Deseando que el futuro nos depare muchas más exposiciones como estas. Saludos desde Close Communication.