El concepto de diversidad, en los últimos tiempos, invade el discurso de lo políticamente correcto. ¿Lo habéis notado, por ejemplo, en la publicidad? Campañas de algunas de las grandes marcas de moda, cosmética o estilo de vida, entre otros sectores, que muestran una representación más diversa de sus públicos a través de la imagen de los modelos que escogen. Lo cierto es que, en muchas ocasiones, no se refleja de la misma manera en los equipos de trabajo de las empresas, ni en la composición de los equipos directivos ni en la de cualquiera de sus departamentos. Aunque es obvio que ocurre en unos países más que en otros, en unas profesiones más que en otras… la discriminación es una realidad que seguimos experimentando cotidianamente. Conseguir vivir en la diversidad no es sencillo: depende de los macromodelos de sociedad en la que estamos inscritos por circunstancias vitales.
Sin embargo, en nuestra forma de pensar y de actuar en nuestro “microentorno” podemos ser muy influyentes. Podemos empezar por preguntarnos si de verdad no nos supone un problema aceptar toda clase de diversidades: la nacionalidad o racial (las más visibles) o en ámbitos como el género, la edad, la clase social, las creencias religiosas, la ideología política, el aspecto físico, las opciones éticas, las culturas… y cambiar nuestro enfoque y actitud, si lo consideramos necesario.
La lista es infinita como infinito es el respeto que debemos mostrar. El prójimo por muy próximo que sea no deja nunca de ser el otro. Otro modo de pensar, de sentir, de ser dentro de la propia piel, de comportarse en cada momento… En Close, como no podía ser de otro modo, queremos seguir apostando por un esfuerzo continuo que nos permita respetar y asimilar la diversidad cultural a través de los idiomas, los lenguajes, los códigos y los particulares sistemas de comunicación que cada uno utilice. Que nos permita seguir aprendiendo a transitar por este camino. Dejemos que la diversidad irrumpa en nuestras vidas para ser iguales en nuestras diferencias.